Con motivo de las Fiestas Patronales en honor a San Bartolomé, la Concejalía de Festejos del Ayuntamiento de Montehermoso y la colaboración de diversos colectivos del pueblo, se ha presentado un programa lúdico, festivo y cultural que está repesentado por la Ruta de la Tapa, y de los Mercados Rural Artesano y el Gastronómico que se realizan previamente a las Fiestas Patronales de San Bartolomé, que tendrán lugar del 23 al 26 de agosto.
Tras el corto puente del 15 de agosto y con la celebración de los mercados XIV Rural Artesano y IV Gastronómico de Montehermoso, todo vuelve a comenzar por la proximidad de la festividad del patrón, durante los días del 23 al 26 que se avecinan.
La vida no sólo, ni principalmente, es antesala para el trabajo tenso, sino, además, disfrute relajante y predisposición para la fiesta que ahora toca, pues la FIESTA DE SAN BARTOLOMÉ -así con mayúscula- se vive intensamente. Por otra parte, hace falta la calma imprescindible para hacer obra bien hecha, bien terminada para que todo salga bien. La máxima sabiduría estriba en vivir al día y vaciar en el molde de cada hora su afán respetando responsablemente los ritmos de cada persona. Hay quienes, por su agobio en el trabajo, dan la sensación de estar empujando al río para que fluya. Y el río ya fluye por sí mismo. También la vida fluye por sí misma. No empujes. El secreto de pasarlo bien es dejar que lo que pasa... pase y que cada uno viva la fiesta a su manera. Y es que, las fiestas de cuando fuimos jóvenes a las que vamos por si volvemos a serlo son siempre hermosas.
Los habrá que disfruten mirando el paisaje para impregnar sus ojos en los montes lejanos con un fondo bajo y un cielo muy limpio, más de primavera que de verano, con alguna nube deshilachada y el trazo de un avión que ya ha pasado. Unos pájaros a sus anchas y a su vez como perdidos, desterrados de los árboles que hubo. Hasta las tórtolas son aquí más solitarias y, desde la lejanía sólo se ve la torre de la iglesia desdibujada por el intenso calor que se desprende en sus calles vacías. Si no se viera, no habría pueblo en el horizonte.
Y otros, en la Plaza de la Constitución, lindera al Parque “Príncipe Felipe”, donde los grillos no descansan, acompañados por amores montehermoseños, a la luz de la luna, reluciendo las alegrías festivaleras y surgirá el milagro de las charangas animosas. Las tórtolas ya darán cuerda a sus relojes de la noche temprana. Y sobre el filo de esas horas dormivela de viejos, y sueños profundos juveniles, de esa plaza, asomarán palmas de bienvenida certeras, y respetuosas con el horario. ¡Qué compás! ¡Qué brujería! Y tras las palmas, sordas, huecas, algodonadas, aparecerá en libertad sonora, casi ensordinada, la música de la orquesta. Y es que podemos decir que un lugar no es solo su presente, sino también ese laberinto de tiempos y gentes diferentes que se entrecruzan en un paisaje, lleno de júbilo para celebrar la festividad del santo patrón montehermoseño. Los poetas consideran que no hay estación más placentera que el verano.
Pero, digamos, que los poetas siempre se equivocan.