En el recinto de la entrada a la oficina de turismo de Montehermoso, ha tenido lugar la celebración del DÍA DE LA MUJER TRABAJADORA. Gracias a la implicación desinteresada de la Asociacion Cultural o grupo flamenco "CANDELA VIVA" y de las concejalas del Ayuntamiento de Montehermoso (Mari Mar Mateos Garrido y Mari Ángeles Domínguez Gutierrez), ha sido posible realizar un emotivo acto, donde se han leído distintos textos relativos a la efemérides.
Es un día importante que ha de recordarse a diario y difundirlo, no solo con la palabra, sino también con el ejemplo. Es un día que nos brinda la oportunidad de dar a conocer a todo el mundo ideas, personajes, reflexiones,... para pararse y pensar, para pararse y valorar, para pararse ... pararse de verdad.
Hace unos 50 años, yo no era exactamente pequeño, pero sí un adolescente que no podía imaginar que el DÍA DE LA MUJER TRABAJADORA, iba a ser tan importante en la
sociedad. Un día que significa estamos aquí, en este mundo y en una situación democrática que nos habla de igualdad entre los hombres y las mujeres. Mujeres que han trabajado tanto que ni
recuerdan otra tarea. Mujeres encuevadas por la artrosis, la ceguera, la soledad ¡la vejez sin dinero, vaya! Olvidadas incluso por la estadística, con suerte recibiendo mínimas pensiones,
alejadas del mundo por voluntad ajena y con toda una novela, la suya, sin encontrar narrador.
Han pasado unos 50 años y algunos ya no están y todos estamos ya un poco maduros, por llamarlo de alguna manera. En el 2013, nos hemos hecho jubilosos y un poco más sabios. Hemos charlado, ahí, y
hemos escuchado. Nos hemos reído y, a veces, hemos llorado. Lo celebramos en un invierno teñido de ocre, como entonces. No hay que saber nada más. Solo que hoy hay libertad. Y también, claro
está, muchas fotografías para ellas entrañables: con sus primorosos vestidos sentaditas a la puerta de su virginal hogar, en un tiovivo, sobremesas familiares, bodas, excursiones, viajes. Y una
muy graciosa: sacando las cabezas por detrás de una madera troquelada en la que estaban pintados, en colores muy chillones, un toro y un torero. En los garabateados libros de texto ahora se
reencontran con problemas de grifos y trenes, los verbos irregulares, el principio de Arquímedes y aquel famoso poema de Espronceda. Al pasar las láminas de sus cuadernos de dibujo, pegadas entre
ellas, irán apareciendo sonrientes grupos de mayores y niños, cada cual de un color diferente, y casas con chimenea a las que se llegaba por un camino de lápiz marrón, con una frondosa encina
verde en la DEHESA BOYAL y, a lo lejos, el río ALAGÓN siempre caudaloso por el que navegaba, entre árboles de un solo trazo, un geométrico
barquito de papel.Canturrearán en voz muy baja las sencillas melodías de sus viejos tiemposy, al releer una redacción escolar, le asaltarán unos escalofríos trepidantes y levemente sonoros.El
tiempo pasa y las cosas cambian, lo sé, siempre lo digo. Pero hay otras, las que tienen que ver con el alma de la mujer, supongo, que parecen eternas. Que siempre están ahí. Como la inveterada
doblez. O, lo que es lo mismo, la vieja y recalcitrante hipocresía de antaño. Es el óxido de la vida social.
Este escrito, es un homenaje a las MUJERES de aquellos años silenciados, en que costaba soñar con otros mundos, cuando el sol regía los trabajos y el maestro, roído el ánimo por
la melancolía, enseñaba a sumar, a leer y a hacer quebrados. Unos años peores y distintos. De barro y viento, de lluvias y nevadas como las acontecidas en estos días pasados.