Ya tenemos la Semana Santa en Montehermoso, y llevo días metido en el ambiente con esperanzadora ilusión. Siempre he disfrutado con las procesiones, me transmiten maestría, saber hacer, ecos de tiempos pasados; oraciones de gente mayor, procesiones antiguas, añejas; resignación, y a veces me hacen sentir lo insondable de las personas en paralelo a lo insondable de las reglas de la vida… Entre la gente he escuchado sus cánticos litúrgicos, y en alguna parte de mi mente he extraído esas sensaciones de antaño. Todo enamorado de la vida costumbrista debería pasar por aquí para sentir sus sensaciones. He escrito algunos temas sobre la Semana Santa en artículos de años recientes. Mis ideas han cambiado poco desde entonces. Sólo diré que hay gente que desprecia esta celebración por sus connotaciones religiosas… y tengo que decir que, cuestiones religiosas aparte, es la vida íntima de los pueblos. Como en todos los actos tradicionales, en Montehermoso hay composiciones costumbristas que no tienen nada que envidiar a las reconocidas con renombre internacional. Más aún, la Semana Santa montehermoseña es de una sencillez tal, que es imposible no sentir sus raíces, o parte de uno mismo, o nostalgia, melancolía, o emoción, o la inminencia de la primavera…

En la tarde-noche del martes 26, se celebró con gran solemnidad el VÍA CRUCIS montehermoseño en la iglesia parroquial de Nª Sª de la Asunción. Los distintos grupos y asociaciones del pueblo, fueron leyendo escritos dedicados a este evento religioso. El crucifijo ocupaba el eje central del acto a cuyos lados tenía dos velas portadas por las personas representantes de los grupos, mientras se leían los escritos y el señor párroco armonizaba pausadamente toda la ceremonia.

Diríase que las aguas caidas bruscamente en el mismo comienzo, no dificultaron que todo el Vía Crucis fuese admirado de golpe, y que no fuera un problema, pues sus gentes lo vivieron con tanta Fé, que impregnaron a todo el pueblo de ese sentimiento sacro, aunque no estuviesen en el propio acto litúrgico. También pienso, que el esplendor de ese acontecimiento, se debe disfrutar más cuando el pasaje del Vía Crucis  montehermoseño se haga a través de sus callejuelas, que se han hecho sutilmente, a pedazos, aumentando el ansia de verla en toda su extensión.

En este atardecer del Jueves Santo, en el que la piel del cielo dudaba entre la lluvia y el azul escondido del firmamento, las imágenes del Jesús con la Cruz y la Virgen de los Dolores y de la Soledad, han atravesado con arrojo y suprema alegría las calles de Montehermoso; mientras, iba avanzando la oscuridad creciente de la tarde  difuminándose sus siluetas con las primeras gotas de lluvia inoportuna.

La lluvia fue, por desgracia, la protagonista en la noche del Jueves Santo de MONTEHERMOSO, ya que se hizo presente desde prácticamente todo el día. La junta de gobierno, tras un compás de espera, estuvo retrasando la decisión de hacer o no el recorrido completo hasta el último momento; cuando se vió claramente que el tiempo no iba a acompañar, ni siquiera se intentó comenzar su estación de penitencia.

La imposibilidad de que la hermandad del Santísimo Cristo de los Remedios, pudiera realizar su estación de penitencia con lluvia, respondía, además de a preservar a los herman@s que salen en procesión, niños y personas de avanzada edad, a proteger el patrimonio cultural e histórico de la talla que atesora varios siglos.

Mucho antes de la hora de salida, los alrededores de la ermita "El Cristo" se llenaba de público espectante para no perderse el acto que allí se iba a desarrollar. Una vez decidida la suspensión, en su morada, el Cristo de los Remedios, lucía su esbelta figura sobre un adorno de flores rojas y blancas, moviéndose al ritmo que le hacían sus costaleras, bajo los sones de la agrupación musical que interpretó varias marchas; fue lo mejor de la noche.

Todo lo expuesto, para sentirlo profundamente, hay que dejar la recreación y vivir esos momentos tan especiales, al abrigo de la sinfonía montehermoseña.

¡¡ ATENCIÓN!! Para ver con más detalle la procesión, es aconsejable acudir a los vídeos colgados en YOU TUBE, en el año 2012.

La cofradía salió de su templo porque el cielo dio una tregua, después de que la lluvia estuviese haciendo acto de presencia durante la mayor parte del día. Decenas de personas acompañaron a la cofradía del sepulcro con el cuerpo de Cristo Yacente en su interior y que da nombre a esta procesión. La tarde se iba poniendo lentamente con un ocaso tardío, mientras las calles se invadían de gentes fervientes entre un discreto silencio; calles estrechas y largas, parecían que la rasgaran un gemido agudo y hondo con luces dolientes que deseaban acompañar al duelo procesional montehermoseño.

Este Viernes Santo, no me he podido quitar un trauma de encima que tengo desde hace tiempo y es que yo siempre he envidiado a los que ven las procesiones desde los balcones, sobre todo, por mi afán de hacer las mejores fotos. En algunos pueblos de Granada, lo hacían los ricos que tenían casa en la Calle Principal, que era por donde pasaban todas las actividades festivaleras. Yo miraba para arriba y soñaba con que algún día vería desde allí las procesiones. Precisamente la primera niña de la que me enamoré, ese amor platónico que nunca olvidas, la vi en un balcón de aquellos cuando pasaba la Virgen de las Angustias; no sé por qué mi imaginación hizo encontrarle mucho parecido con el rostro de la imagen. Pero era un amor imposible porque ella podía ver las procesiones desde el balcón que quisiera y yo no.

Pero bueno, como soñar no cuesta dinero, por un momento me vi en esa ficticia atalaya, y me imaginaba ver toda la calle a oscuras, iluminada por las velas de los penitentes y la verdad es que se estaba muy bien, pues dentro de una habitación con vistas de ese tipo, la temperatura y el ambiente son ideales. En ese delirio de imaginación, uno de los anfitriones repartió vasos de vino con caldereta de morcilla, mientras yo enfilaba a la gente apretujaba en las aceras y sentía un privilegiado porque ya no estaba allí abajo, sino arriba, en un balcón, vamos .. casi en el cielo. Luego, cuando el desfile procesional hubo pasado, los dueños de la casa, me invitaron a bacalao con tomate, torrijas y mucho vino; yo estaba contentísimo. Alguien volvió a decir que pasaba otra procesión  y nos fuimos todos de nuevo a los balcones. Al pasar el Cristo, sus ojos y los míos coincidieron durante un instante, justo para percibir lo que parecía decirme: "Eres un inocente soñador".

En la mañana del Sábado Santo, cuando paseaba por los alrededores de la iglesia, me percaté que en su interior se estaba preparando el montaje del Cristo Resucitado y era tal la delicadeza que se ponía en su traslado, que levemente me atreví a entrar y así poder contemplar el exquisito trato que le dispensaban a la imagen. Pero al mirar hacia el fondo difuso, pude averiguar la silueta esbelta de la Virgen de los Dolores y vi que había en su mirada una determinación que la incendiaba por dentro, llena de un amor maternal hacia su hijo Triunfante. Entonces pensé que acababa de pasar ante mis ojos la Esperanza Celestial; también pensé que no había pasado en vano por la puerta de la iglesia. 

Ya, en Domingo de Resurrección, noté que entraba por mi ventana la exultación del gentío procesional, con todos los honores de la última salida de Semana Santa anunciando que se estaba acabando. Escapé atropelladamente hacia su encuentro, para contemplar el paso de la procesión desde la acera de enfrente en su salida de la iglesia -la torre erguida, apuntando a las estrellas, pero las gentes anunciaban que las imágenes no saldrían, pues la lluvia se lo impedían.

No pasa nada, mientras que el cielo nos alumbre cada día, reparemos en que aún es posible resucitar la esperanza en Montehermoso, porque la felicidad va ganando la batalla.

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