"La Naturaleza es una gran maestra, y se nos ofrece generosa y gratuitamente, si somos capaces de sentir su presencia". Escribe Freire.
A la Naturaleza le
pasa lo mismo que al sentido común, que a pesar de su atractivo exige muchas precauciones. Pero por lo acontecido el día 1 de noviembre en la DEHESA BOYAL de MONTEHERMOSO, ¿Para qué hacer balance alguno? ¿Nos ha servido el del año pasado?.
Ante el desastroso panorama que dejaron los
visitantes ese día fatídico, han decidido marcharse los animales que habitan ese soberbio lugar montehermoseño, hartos de bárbaros y desalmados, de ruidos y contaminación, de ostentaciones y fanfarronerías, de veleidades y apariencias. Se
marchan hastiados y aburridos, con mil bostezos a sus espaldas, sin ánimos para hacer recuento de un otoño duro, recio y seco. Y es que también saben lo que se le viene encima a España, amenazada
por el afán separatista, los juegos de fraude, la depredación, la contaminación y la incultura que corre a raudales por los ríos aletargados, entre riberas de euros y riquezas injustas.
Ante tantos desalentadores acontecimientos, el otoño nos está poniendo superficialmente tristes, insuflándonos vanos aires de aprendices de poetas; nos hará pronunciar palabras sin raíces ni pasado, y seguirá la pesadilla de los delirantes sueños de unas piedras ambiciosas pertenecientes a los cimientos de una modesta morada, y alguna vez, (si nos lo permiten los desalmados de la Dehesa) pisaremos las hojas de las encinas que han aliviado calores y propiciado sombras, y alegraremos por su generosidad, porque al próximo año, de nuevo se desnudarán los árboles y el recuerdo de la brevedad de la vida nos zarandeará. Y vendrá el invierno, y el agua, ojalá quiera que abundante, aunque no sé para qué, pues con un paisaje desolado, de nada les servirá. Mis ojos se humedecen ante las imágenes de porquería que se dejaron en la Dehesa el día 1 de noviembre y mi corazón camina con mucho dolor.
Se marchan los animales. Se marchan. Me gustaría acompañarles
porque en su carrera incansable, avanzarán dando saltos de alegría, regalándole terreno
a la NATURALEZA que les acoja, con el agradecimiento de dejarles vivir sin escombros y
suciedad.
Adiós, queridos amigos. Adiós. Hasta la vuelta. Porque, a pesar de todos los pesares, los que amamos la Naturaleza, nos quedaremos luchando por su pureza, para que podáis volver y hagáis memoria
de los que han perdido la vida por mor de los incendiarios, de los asesinos de los
bosques, de los especuladores, de los locos por destruir lo natural. Los animales son así y no van a cambiar. Sólo dejarán de venir cuando no puedan sobrevivir. Esperemos que cuando vuelvan,
encuentren árboles, piedras quietas y lluvia temprana.
Os espero pensativo, procurando que ni siquiera mi mirada haga ruido, dejándome guiar tan sólo por los mudos pasos del silencio, en el horizonte de la DEHESA BOYAL de MONTEHERMOSO.