Aunque el verano siga siendo la estación más difícil para mí, el periodo a evitar, porque me molesta hasta la ropa. Normalmente voy en mangas de camisa, con los bolsillos repletos de llaves, móvil, cartera, ... No sé dónde meter las cosas. Pero sí sé dónde perderme: En MONTEHERMOSO.

Pienso que, durante las vacaciones, sería bueno recordar esos rincones o escenarios de nuestros pueblos, los que nos han hecho sentirnos bien, en paz, con una dicha especial. Y al recordarlos, amarlos como algo que no queremos perder. Es nuestra manera de entrar en el mundo rural por el camino más corriente entre la gente común.

Amamos lo que la Naturaleza ha puesto cerca de nosotros y valoramos su respeto como si fuese nuestra segunda piel. Sin puritanismos tontos, los que proceden de vivir en la ciudad sin renunciar a una sola de sus costumbres, mientras el campo lo creemos intangible. Pero, ante todo, con mucho afecto hacia lo que conserva una belleza inigualable, por sencilla, la que nos ha llenado de calma, la que nos ha hecho intuir que el alma de muchas cosas es su belleza.