Ahora que la PRIMAVERA ha roto con fuerza los botones verdes en las ramas: es el tiempo de los árboles, la oportunidad de su plenitud y que yo intento aprovechar para disfrutar del maravilloso espectáculo que nos brinda la MADRE NATURALEZA en ésta juvenil época del año.
Esos árboles adornados del primer verde son una invitación a la contemplación, en todas sus variantes posibles. Hay que aprovecharlo, porque recordemos que en MONTEHERMOSO esos esplendores son muy fugaces y pronto veremos a las gentes sufrir los rigores del calor y defenderse como pueden del sol implacable.
A mí me complacen más las personas capaces de captar la vida que late radiante de brío, en el sentido clásico
de la ponderación, armonía y sutileza que brota en las pequeñas cosas, en las conversaciones de los que en voz baja comentan, al amparo de los años que han agotado en su intensa vida, la llama del sol en la tarde que caduca fundida con los gritos y las risas infantiles, que llegan desde la coqueta Plaza Morón. Y la felicidad por cada día, por cada momento que pasa por los corazones de las afortunadas gentes, que en la aventura de sentir sobre la piel el jocundo gozo de cada uno de sus atardeceres, renuncia a pensar o a recordar, y vive solamente el instante en el que el sol enamorado se enreda en los naranjos de los huertos y patios montehermoseños, en su continuo peregrinar amoroso por un pueblo a la que embelesa serena, con la felicidad de un desposorio fiel mantenido por los siglos.
Disponemos de una galería gráfica que completa el testimonio expresado anteriormente. También aprovechamos la ocasión para enlazar a los contenidos de la otra web realizada anteriormente en "Guía Dehesa Boyal" y en "Guía Turística".